
Desde luego ejemplos no faltan, pero quizá por el papel que está desempeñando en la crisis actual, el que más llame la atención sea el de la Alemania de la posguerra de 1945. Con una situación mucho peor que la de nuestra España actual, con una deuda infinita que pagar en concepto de indemnizaciones y con los temores de la híper-inflación que aupó a los nazis al poder, la Alemania occidental estaba sometida desde el final de la guerra a una política supervisada por las potencias occidentales como Estados Unidos e Inglaterra.
Por aquel entonces, el gobierno alemán no podía tomar la mayoría de sus decisiones sin que las potencias tutoras dieran su visto bueno. El caso es que ante la incipiente pobreza y hambruna que la población estaba sufriendo, a los occidentales no se les ocurrió otra cosa que fijar los precios de los alimentos. Las consecuencias no se hicieron esperar. Todo un entramado de mercado negro emergió sobre la gente que se vio abocada a mercadear a las espaldas de las autoridades para poder comer.

Y así, el domingo 20 de junio de 1948, decidió llevar cabo tales reformas sin contar con las potencias occidentales. Sabía que era arriesgado porque suponía saltarse toda una serie de convenios y tratados, pero si todo marchaba como esperaba, no tendría que preocuparse por ello.

Y entonces ¿por qué no se hace lo mismo en España? pensaréis. Muy sencillo. Porque tales medidas pasan por vaciar de poder e influencia a los políticos y dejarlos vacíos de contenido. Nada de planes milagrosos ni de estímulos ni paquetes de medidas. Lo único que a este país le hace falta es que nuestros "amados" políticos se aparten y nos dejen en paz. Nosotros sabremos salir de la crisis.
Ver también: Franco, Hitler
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