Hace unos días, escuchábamos al nuevo jerifalte y aspirante a chupóptero del PSOE, Pedro Sánchez decir que deberíamos depreciar el euro. Por supuesto sus palabras no tuvieron mayor repercusión, toda vez que la gente no tiene ni puta idea de lo que depreciar la moneda significa. En un país en el que los políticos se han encargado de que la gente sea lo suficientemente analfabeta como para creer que ellos son imprescindibles, es normal que nadie alce la voz ante tan macabra medida.
Esta "ocurrencia" por no decir estupidez del líder socialista -y que también contempla PODEMOS- significa que los cuatro duros que tenemos a buen recaudo los españolitos de a pie, pasarán a valer lo mismo que el excremento que el perro de tu vecino deja todas las mañanas en la puerta del portal, es decir, nada.
Cuando las familias corrientes y molientes pasamos por "estrecheces", empezamos a recortar gastos para no vernos abocados al abismo; exactamente lo contrario de lo que hacen nuestros políticos, que en lugar de recortar su fastuoso nivel de vida, se dedican a quitarnos por decreto el valor de lo poco que tenemos, es decir, de nuestros ahorros. Y todo ello para que su tren del despilfarro no descarrile.
Esta medida, por supuesto no es nueva. En la misma Roma imperial, el denario fue devaluado de manera constante hasta que el Imperio entró en coma debido a la crisis del siglo III d.C. y terminó desapareciendo. Y todo porque los pocos romanos que trabajaban y ahorraban, se vieron constantemente desposeídos del auténtico valor de su trabajo: su dinero. Las monedas comenzaron a acuñarse con materiales de peor calidad y con eso evidentemente, se podían adquirir menos cosas. Nadie quería unas monedas que tenían menos valor que los billetes del monopoly.
Pero como parece que estamos condenados a repetir nuestros errores, por estos lares ya se nos ocurrió tal idea allá por los siglo XV y XVI cuando Felipe II y siguientes, no dejaron de envilecer la moneda castellana y empobrecer a nuestros antepasados, que cuando vieron que cada vez podían comprar menos cosas, se dedicaron a robar, saquear y, sobre todo, a engañar. Nuestros "maravillosos" reyes nos enseñaron a ser pícaros.
Así que ahora en pleno siglo XXI nos viene este personaje apostando por la devaluación del euro. Mejor devaluate tú la cara que es el único activo apreciado que posees, imbécil.
Ver también: picaresca
Esta "ocurrencia" por no decir estupidez del líder socialista -y que también contempla PODEMOS- significa que los cuatro duros que tenemos a buen recaudo los españolitos de a pie, pasarán a valer lo mismo que el excremento que el perro de tu vecino deja todas las mañanas en la puerta del portal, es decir, nada.
Cuando las familias corrientes y molientes pasamos por "estrecheces", empezamos a recortar gastos para no vernos abocados al abismo; exactamente lo contrario de lo que hacen nuestros políticos, que en lugar de recortar su fastuoso nivel de vida, se dedican a quitarnos por decreto el valor de lo poco que tenemos, es decir, de nuestros ahorros. Y todo ello para que su tren del despilfarro no descarrile.
Esta medida, por supuesto no es nueva. En la misma Roma imperial, el denario fue devaluado de manera constante hasta que el Imperio entró en coma debido a la crisis del siglo III d.C. y terminó desapareciendo. Y todo porque los pocos romanos que trabajaban y ahorraban, se vieron constantemente desposeídos del auténtico valor de su trabajo: su dinero. Las monedas comenzaron a acuñarse con materiales de peor calidad y con eso evidentemente, se podían adquirir menos cosas. Nadie quería unas monedas que tenían menos valor que los billetes del monopoly.

Así que ahora en pleno siglo XXI nos viene este personaje apostando por la devaluación del euro. Mejor devaluate tú la cara que es el único activo apreciado que posees, imbécil.
Ver también: picaresca
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