Nicolas Huchet se convirtió en geek de la impresión 3D por necesidad. En 2002, un accidente de trabajo le dejó sin la mano derecha, desde entonces asegura que no le gustan las películas de ciencia ficción.
“Cuando descubrí que existían prótesis de manos en el mercado mucho más sofisticadas que las que cubre la Seguridad Social sentí una gran decepción”, explica Huchet. Una prótesis capaz de articular los cinco dedos “puede llegar a costar entre 30.000 y 70.000 euros”, cuenta el joven.
Así en el año 2012, encontró por casualidad el fab lab (laboratorio de fabricación, en inglés) de su ciudad, Rennes, donde descubrió todo un mundo que hasta entonces le era absolutamente ajeno: el de la impresión 3D. ¿Sería entonces posible fabricar prótesis mioeléctricas articuladas con una de estas impresoras?
La respuesta fue un rotundo sí. Los informáticos del fab lab de Rennes asumieron con entusiasmo el reto, se lanzaron en busca de contactos y herramientas y en menos de un año obtuvieron un primer prototipo de mano robótica impresa en 3D capaz de articular los cinco dedos.
La mano robótica de Huchet ya ha viajado a varios países del mundo como Rusia, Italia o EEUU para asistir a conferencias de impresión 3D donde presentar su proyecto y los avances en el prototipo.
La ventaja de que sea un proyecto de código abierto es que el diseño puede ser perfeccionado por programadores en todo el mundo. Huchet espera que gracias a esto su idea de disminuir la desigualdad entre los amputados se haga realidad y la tecnología pueda estar a disponibilidad “del mayor número de personas posible.
Más información en
http://www.technologyreview.es/read_article.aspx?id=46178
“Cuando descubrí que existían prótesis de manos en el mercado mucho más sofisticadas que las que cubre la Seguridad Social sentí una gran decepción”, explica Huchet. Una prótesis capaz de articular los cinco dedos “puede llegar a costar entre 30.000 y 70.000 euros”, cuenta el joven.
Así en el año 2012, encontró por casualidad el fab lab (laboratorio de fabricación, en inglés) de su ciudad, Rennes, donde descubrió todo un mundo que hasta entonces le era absolutamente ajeno: el de la impresión 3D. ¿Sería entonces posible fabricar prótesis mioeléctricas articuladas con una de estas impresoras?
La respuesta fue un rotundo sí. Los informáticos del fab lab de Rennes asumieron con entusiasmo el reto, se lanzaron en busca de contactos y herramientas y en menos de un año obtuvieron un primer prototipo de mano robótica impresa en 3D capaz de articular los cinco dedos.
La mano robótica de Huchet ya ha viajado a varios países del mundo como Rusia, Italia o EEUU para asistir a conferencias de impresión 3D donde presentar su proyecto y los avances en el prototipo.
La ventaja de que sea un proyecto de código abierto es que el diseño puede ser perfeccionado por programadores en todo el mundo. Huchet espera que gracias a esto su idea de disminuir la desigualdad entre los amputados se haga realidad y la tecnología pueda estar a disponibilidad “del mayor número de personas posible.
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