A estas alturas de la película, probablemente Pablo Iglesias haya copado ya más minutos en los medios de comunicación que las grandes tonadilleras del panorama patrio.Y buena parte de esos minutos -los cuales he seguido con interés- los ha dedicado a "barrer" dialécticamente a sus rivales políticos y tertulianos.
Cualquiera podría preguntarse entonces si, definitivamente estamos ante El Elegido o El Único, ya que no parece que nadie pudiera frenar su imparable verborrea. Pero el paso de Iglesias por el "Chester" de Risto Mejide que se presumía -por el formato del programa- que iba a convertirse en otros 30 minutos en los que el "bienaventurado" dedicaría a "gustarse" resultó no ser así.Su aparición en este programa la recordaré siempre por haber sido la única en la que por fin alguien le explicó, diccionario de la vida en mano, lo absurdo de su discurso que, de "vademecum" del buen ciudadano, devino instantáneamente en pasquín cutre y rancio de decimonónico socialismo.

La estigmatización continua de los "ricos" -semejante a la de los judíos por los nazis-que ha hecho Pablo Iglesias y antes que él -aunque no se lo crea-, toda la casta socialista (incluído el PP), saltó por los aires cuando Risto Mejide sentenció que a buena parte de esas PYMES les encantaría llegar tan lejos como Amancio Ortega con Inditex. El argumento de las PYMES contra los grandes empresarios, se desmoronaba.
Y es que, desear ser rico, no es un sentimiento malsano y vergonzante, por mucho que le pese a Iglesias, quien, recurrió al argumento moral diciendo que sus programas de TV fueron creados como medio de denuncia y no para ganar dinero, a diferencia de todos los demás ciudadanos que solo creamos "negocios" con el único fin de lucrarnos. ¡Qué mala gente! ¡Tratar de ganarse la vida sin pedir nada a nadie, es que hay que tener poca vergüenza, oiga!
A la pregunta de Risto de "¿Tú has sido empresario?", solo le podía seguir un "NO". El "NO" sincero y sumiso propio del niño que admite su culpa sabiéndose acorralado en un jardín que desconoce, el de ganarse la vida por sus propios medios y no por los de la administración; el de montar en bici sin ruedines; el de pasear por el cable sin una red debajo; el de escalar sin arneses...en definitiva, el de la economía de mercado... el de la economía de las personas.

Y es que al líder revolucionario le siguen chirriando en los oídos las multinacionales, cuya existencia evita a más no poder en sus discursos, a pesar de que una de ellas le sirve a él y a millones de ciudadanos para obtener ropa y alimentos a los precios más bajos del mercado -lo cual no parece nada digno de mención-.Iglesias aún no se ha enterado que los únicos empresarios o ricos a los que odia -y que ciertamente se comportan de manera incivilizada- son aquellos que no se someten a la disciplina del mercado, es decir, aquellos que han sido privilegiados por el Estado y por sus amigos políticos para vender sus productos y no otros, con la salvaguarda de prohibir la entrada de otras empresas que no sean afines, como en el sector de la energía.
Sí Pablo, a esos los odiamos todos. Porque no son auténticos empresarios, porque solo han tenido que utilizar sus contactos con el político para que lo que venden sea lo que compre todo el mundo, como el gas o la luz. Por eso ni Pablo Iglesias ni sus miles de acólitos se percatan de que nacionalizar sectores solo implica crear monopolios y privilegiar y enriquecer a determinados empresarios -los más cercanos al poder- sobre otros. Es decir, lo que se ha hecho hasta ahora pero en versión extrema.
No creo que la visita a Mejide le vaya a cambiar de opinión pero parece mentira, que sin estar sentado todos los días tras una mesa de tertulia casposa, Risto consiguiera en apenas unos segundos hacer ver al "coletas" lo inviable de su ideario, todo lo que no han conseguido los atemorizados periodistas "a sueldo" del PP, que en muchos casos, solo saben recurrir a la burla y el insulto para gestionar un producto del que son responsables y que ahora les ha estallado en las manos.
Por supuesto que lo contradictorio o absurdo del mensaje de Iglesias es evidente para el que se haya leído un par de libros de historia del siglo XIX, pero una vez más, parece mentira que haya tenido que ser alguien ajeno al periodismo en una entrevista de los más "casual" quien haya tenido que poner en su sitio a aquellos que otra vez quieren traernos los cantos de sirena del socialismo.
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